VolverEl momento perfecto para el lollipopping: cuándo, cómo y por qué podar
03.07.2025

En el mundo del cultivo de cannabis, pocas técnicas generan tanto debate como el lollipopping, una práctica aparentemente sencilla que consiste en eliminar el crecimiento inferior de las plantas para concentrar toda su energía en los cogollos superiores. Sin embargo, detrás de esta aparente simplicidad se esconde un arte que requiere precisión, elegir el momento perfecto y una comprensión profunda de la fisiología del cannabis.
Cuando cultivas cannabis, existe una creencia (especialmente entre los cultivadores que están comenzando) que nos dice que "más es más". Más ramas, más hojas, más follaje... todo parece apuntar a una planta más grande y, por ende, a una cosecha más abundante. Sin embargo, los cultivadores más experimentados saben que el camino hacia una cosecha de campeonato no se basa en la acumulación, sino en la optimización. Aquí es donde el "lollipopping" deja de ser una simple técnica de recorte para convertirse en un arte, en un diálogo íntimo y estratégico con la planta para interpretar sus flujos de energía e intervenir con la precisión de un cirujano en el momento exacto para esculpir una cosecha de calidad superior. El lollipopping, cuyo nombre evoca la forma de un chupachups o piruleta (tallos desnudos que sostienen colas densas y pesadas), es una técnica de poda que busca eliminar el crecimiento inferior e improductivo para asegurar que la planta no malgaste su energía finita en cogollos que nunca madurarán plenamente. Al dominar esta técnica, no solo se aumentará el peso de la cosecha, sino que se transformará su calidad, obteniendo flores más grandes, densas, potentes y sabrosas.
Fisiología y el flujo de energía del cannabis
Para podar con intención y no por imitación, es fundamental comprender la lógica interna de la planta de cannabis. Imagina tu planta no como una estructura estática, sino como una compleja fábrica biológica con un presupuesto energético limitado, en donde cada decisión que tomamos influye en cómo asigna sus valiosos recursos. El motor de esta fábrica son las hojas, que actúan como paneles solares. A través de la fotosíntesis, convierten la luz en energía química (glucosa), el combustible que alimenta cada proceso vital. Esta energía, junto con el agua y los nutrientes absorbidos por las raíces, es distribuida por toda la planta a través del tallo, que funciona como una columna vertebral y una red de autopistas. Sin embargo, esta distribución no es equitativa. Está gobernada por un principio biológico conocido como "dominancia apical". La punta principal de la planta, el meristemo apical, produce una alta concentración de una fitohormona clave: las auxinas. Esta hormona fluye hacia abajo por el tallo, promoviendo un crecimiento vertical vigoroso y, al mismo tiempo, inhibiendo activamente el desarrollo de las ramas laterales inferiores. Es la forma en que la naturaleza asegura que la planta crezca hacia la luz lo más rápido posible. Aquí reside el problema para el cultivador que busca la máxima eficiencia. Las ramas inferiores, suprimidas hormonalmente por la dominancia apical y perpetuamente a la sombra del dosel superior, reciben una cantidad de luz insuficiente para realizar una fotosíntesis efectiva. En lugar de contribuir al presupuesto energético de la planta, se convierten en "sumideros de energía netos": consumen más recursos (agua, nutrientes y energía) de los que generan, convirtiéndose en una carga biológica. Y estos brotes inferiores, llamados "cogollos de palomitas" (popcorn buds), nunca alcanzarán un tamaño, densidad o potencia significativos. Al eliminar estas ramas y brotes inferiores, logramos dos objetivos cruciales. Primero, eliminamos de raíz el drenaje de energía que representan. Segundo, alteramos el equilibrio hormonal. La planta deja de enviar recursos a esas zonas ahora inexistentes y son redirigidos por el sistema vascular hacia las colas superiores que disfrutan de plena luz y tienen el mayor potencial productivo. También, al eliminar el crecimiento denso inferior, se crea un flujo de aire más eficiente alrededor de la planta, reduciendo significativamente el riesgo de desarrollar hongos y otros patógenos. En esencia, estamos hackeando el sistema logístico del cannabis para forzar una inversión total en sus activos más valiosos.
La ventana de oportunidad para sincronizar la poda con el ritmo de la planta
La eficacia del lollipopping depende casi por completo del momento en que se haga. La clave es actuar en una ventana de oportunidad muy específica donde la planta es lo suficientemente resiliente para recuperarse. Para las variedades fotodependientes, esta ventana se sitúa en la transición entre la fase vegetativa y la de floración. Dentro de este periodo, existen dos enfoques expertos:
- El primero, una estrategia proactiva, consiste en realizar la poda principal entre 5 y 7 días antes de cambiar el fotoperiodo a 12/12. Esto le concede a la planta unos días cruciales para recuperarse y cicatrizar las heridas mientras todavía está en su fase de crecimiento, de modo que cuando se inicia la floración, puede dedicar el 100% de su energía al estiramiento ("stretch") y a la formación inicial de los cogollos sin distracciones.
- El segundo enfoque, más reactivo, se ejecuta durante la primera fase de la floración, concretamente durante el "stretch" (estiramiento), que abarca aproximadamente las primeras dos o tres semanas tras el cambio a 12/12. En este punto, la planta define su estructura final, lo que permite al cultivador observar qué ramas tienen el vigor suficiente para alcanzar la canopia y cuáles quedarán relegadas a la sombra, permitiendo una poda más precisa.
Ambos momentos son válidos, pero lo que todos los expertos coinciden en señalar es la zona de peligro: realizar una poda intensiva después de la tercera semana de floración es un error crítico. Para entonces, la planta ya ha invertido energía en esas flores inferiores y una poda tardía puede provocar un estrés tan severo que frene el engorde de los cogollos superiores o induzca una respuesta de hermafroditismo como mecanismo de supervivencia.
Guía práctica para un lollipopping preciso y seguro
Cortar tus preciadas plantas con unas tijeras puede ser intimidante, pero la clave es la preparación y la ejecución metódica. Comienza por lo evidente: elimina cualquier hoja amarillenta o moribunda y las ramas más bajas y débiles que apenas se levantan del sustrato. Para decidir cuánto follaje eliminar, los expertos suelen combinar varias guías. Un buen punto de partida es despejar todo el crecimiento del tercio inferior de la altura total de la planta, ya que es la zona que con seguridad recibirá menos luz. Una regla más refinada, popularizada por el cultivador Kyle Kushman, sugiere eliminar cualquier rama que no alcance al menos el 50% de la altura total de la planta, pues quedará sombreada e improductiva. Otro método consiste en contar desde la punta de cada rama principal hacia abajo, dejando solo entre tres y seis nudos superiores y eliminando todo lo que crezca por debajo. Al realizar los cortes, hazlos limpios y al ras del tallo principal para evitar dejar muñones que puedan pudrirse. Si es tu primera vez, sé conservador; siempre podrás quitar un poco más después, pero nunca podrás revertir un corte
Cuidados postoperatorios y consideraciones adicionales
Tras la poda, la planta necesita un periodo de calma para recuperarse. Evita someterla a otros tipos de estrés como trasplantes o cambios bruscos de temperatura. Un ajuste crucial es el riego: al haber eliminado masa foliar, la planta necesitará menos agua, por lo que debes monitorear la humedad del sustrato para evitar encharcamientos. La forma en que la planta responde es el mejor indicador de éxito. Un estallido de crecimiento vigoroso en los cogollos superiores a los pocos días es la señal de que la energía se ha redirigido correctamente. Esta técnica de optimización alcanza su máximo potencial cuando se combina con métodos como el SCROG (Screen of Green), donde eliminar todo el crecimiento bajo la malla es esencial para enfocar la energía en el dosel superior.
En definitiva, dominar el lollipopping representa un salto cualitativo, el punto en el que se pasa de simplemente "hacer crecer" a "esculpir" activamente el resultado final. Se trata de aprender a comunicarse con las plantas, a leer sus necesidades y a intervenir para ayudarlas a alcanzar su máximo potencial genético, convirtiéndonos así en un artista de la naturaleza del cannabis.